¿Es posible la democracia en un país? ¿Es la democracia una utopía? ¿Fueron unos ilusos los griegos que inventaron el vocablo democracia? Que el pueblo gobierne no es posible. Sería inmanejable, dirán los politólogos. Esta es la cuestión que ocultan los políticos no solo en época electoral sino a lo largo de sus discursos y actuaciones. Rousseau trató de acercarse a la realidad y habló de la voluntad popular, de la representación del Soberano. Y Soberano es el pueblo. ¿Cómo, de qué manera será posible que el pueblo, la masa, el conjunto innúmero plasme su voluntad en una ley o un decreto que le convenga y detenga otra que lo aplasta? He ahí el problema, el nudo que hay que desatar. La Constitución del 91 trató de materializar esta teoría de la democracia estableciendo mecanismos de participación. La acción popular, el referendo, la tutela, las JAL. Pero, ya lo hemos visto, eso es una ilusión. Los jueces y los políticos hacen inviable estos mecanismos. El pueblo no es oído en sus expresiones populares. Se llaman asonada, infiltración subversiva, desorden público y se disuelven y se olvidó qué es democracia. ¿Cuántas marchas indígenas han terminado en llegada del ministro, con firma de un acuerdo, que no tiene fuerza vinculante y todo es un simulacro de democracia, de acallar el reclamo del pueblo? La democracia colombiana ha quedado restringida a decir que una porción de ciudadanos sale el día de elecciones a votar según el querer de sus gamonales y de sus patrocinadores y que eso es Democracia. Se nos quiere hacer ver que dar el voto es la máxima y única expresión de la voluntad propia en asuntos que nos conciernen. La mayoría del pueblo tiene hoy suficiente formación política para entender que votar cada cuatro años es cosa de muy poca monta en una democracia.
La democracia es poder participar en los asuntos que nos interesan. Y participar es pensar, deliberar, estar a favor o en contra, votar, intervenir en foros populares sin costo, servir de veedores e interventores con poder de veto. Democracia es saber lo que se nos quiere imponer antes de que se vote una ley o un decreto legislativo. Tener injerencia en los debates públicos que den aire a las Comisiones del Congreso ¿Son las marchas de indignación, las protestas callejeras de estudiantes, de consumidores, los paros sindicales, expresiones democráticas que deben atender los gobernantes y determinar cambios en el rumbo de la nación? ¿Cuándo tendrá, por fin, una expresión popular fuerza vinculante? Democracia no es solo dejar hacer el paro o la marcha sino oír la voz del pueblo y poner remedio. El gobernante de turno, llámese presidente o gobernador o alcalde o jefe la CAR o el ministro deberían tener un consejo comunitario, un veedor público que vigile su accionar y no tengamos esas carteras que solo sirven para vegetar y dejar hacer. Porque una vez elegidos entran a sus Despachos y se convierten en pequeños dictadores y manejan a su antojo la Cosa Pública, la Res Pública y se dedican a engordar y a hacer favores a sus muy amigos. El pueblo, la res pública queda en la plaza mirando hacia el trono, donde están los elegidos rodeados de sus bufones y su coro de vasallos y psicofantes. Y así pasa la hora de la democracia y el tamal de la consolación y el despiste.